Nuestra familia y las fiestas, ¿qué hacer?
Estas fiestas son motivo para reunirse con
la familia y reencontrarse con parientes que no se ven a menudo, y se espera
que estas reuniones sean momentos de celebración y alegría. Sin embargo, en
muchas ocasiones, estos encuentros se ven afectados por diferencias,
discusiones, reproches, problemas del pasado, etc. Y es en esas situaciones
donde uno puede sumar o restar, calmar o empeorar. El papel del cristiano, del
que busca de Dios, siempre tiene que glorificar a su Señor, lo que haga o diga
debe transmitir vida, paz, fuerza, de manera que sus familiares vean reflejada
en él/ella la presencia de Dios, ya que muchas personas creen que los que van a
la iglesia no pueden “hacer nada” y que llevan una vida aburrida y de
religiosidad.
Ese pensamiento generalizado que se tiene
es, muchas veces, confirmado por las actitudes de aquellos que “buscan de
Dios”, actuando en forma contraria a lo que es enseñado en la iglesia, llevando
consigo un “fanatismo” que hace con que ellos juzguen y critiquen a sus
familiares que no conocen a Dios. De esta forma, los alejan de querer buscar de
Jesús.
Lo que estos “cristianos” tienen que hacer es
ser humildes como el Señor Jesús lo fue y sorprender a sus familias con sus
actitudes, ya que Jesús lo demostró, “bajó un nivel” cuando lavó los pies de
sus discípulos, cuando aceptó a Zaqueo que era ladrón; Él no lo juzgó, no lo
criticó sino que cenó con Él, mostrando Su humildad. Ese es el ejemplo que nos
dejó nuestro Señor y el que tenemos que seguir si queremos que nuestra familia
también lo tenga como su Señor. Esa es la parte de la persona y la otra parte
queda en las manos de Dios, la de convencerlos.
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