Alo largo del día, no importa cuán llenos estemos al comenzar, vamos perdiendo fuerzas, como si hubiera una fuga causada por la presión o el estrés. La vida es así. Uno se queda atascado en el tráfico y allí pierde un poquito de gas. Descubre que no consiguió ese contrato que esperaba, y pierde un poco más de gas de su globo. Llega a casa al final del día y descubre que su hijo no se siente bien y tendrá que ocuparse de eso. El perro rompió la funda de basura; tiene que limpiar el desorden y su globo va perdiendo la forma.
La única manera de permanecer lleno, manteniendo su alegría y su paz, es con un cantando para Dios en su corazón.
No digo que tenga que andar por allí cantando solo, como un loco. Sugiero que en sus pensamientos exprese continuamente una actitud de agradecimiento a Dios por todo lo que Él ha hecho por usted y su familia. Cuando trabaje en la casa, en lugar de quejarse, cante, aunque sea bajito. Mientras lava los platos puede hacerlo cantando bajito.Las cosas en su vida pueden no ser perfectas, pero podrían ser mucho peores. Deje de pensar en lo que está mal y comience a agradecer a Dios por lo que está bien, medite en sus promesas y confíe en ellas. Si alaba a Dios no sólo disfrutará más de la vida sino que además verá cómo las cosas cambian en su favor.
¿En qué cambiaría su actitud y la mía si no nos tomáramos las cosas tan en serio? ¿Si nos negáramos a permitir que todo inconveniente nos deprimiera por dos semanas?
¡Qué diferente y mejor sería la vida si pudiéramos sencillamente tener siempre en el corazón un cántico para Dios!
Es posible que haya notado que ya no sonríe tanto. Que ya no se ríe como antes. Ha permitido que las cargas de la vida le aburran. Quizá se conforma con sobrevivir, sin disfrutar de veras. No tiene ya el fuego, el entusiasmo de antes.
Todo puede cambiar, pero hace falta que tome una decisión. Tiene que formar nuevos hábitos. Ante todo, el hábito de sonreír, a propósito. Quizás me dirá:
“Es que no tengo ganas de sonreír. Tengo muchos problemas, me pasan tantas cosas feas”. Pero a veces tendrá que sonreír por la fe nada más; porque confía en Dios y cree que las cosas van a mejorar.
Una gran compañía transnacional pensaba contratar a quinientos nuevos empleados. Entrevistaron a cinco mil personas, descalificando automáticamente a quien no hubiera sonreído al menos cuatro veces durante la entrevista.
Si sonríe porque confía en Dios, el gozo vendrá solo. La alegría vendrá sola. La sonrisa envía a su cuerpo un mensaje de que todo estará bien. Al sonreír libera sustancias químicas en su organismo que le hacen sentir mejor. Eso le ayudará en su profesión, en sus relaciones.
Hay estudios que demuestran que las personas que sonríen y son amables, las personas con actitud agradable, tienen más éxito que las que son gruñonas y serias, poco agradables con los demás.
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