DIARIO Online

Creer y esperar (1ª parte)



    Dios ha puesto sueños y deseos en el corazón de cada uno de nosotros. Todos tenemos promesas en las que estamos confiando, cosas que creemos que sucederán. Pero casi siempre hay que esperar un tiempo. Quizás esté esperando que mejore una relación, esperando casarse, esperando un ascenso o vencer una enfermedad.
Pasamos gran parte de nuestras vidas esperando. Hay una forma correcta de esperar y otra incorrecta. Muchas veces las cosas no suceden cuando las deseamos, por esa razón nos deprimimos y nos desalentamos. Aunque tengamos las promesas en nuestras mentes, claudicamos y nos conformamos con la situación: es porque no esperamos como debemos.
       La Biblia dice: “Tened paciencia”. Observe que no dice: “Ten paciencia si”, como si hubiera condiciones. El pasaje luego dice: “Mirad cómo el labrador espera el precioso fruto de la tierra, aguardando con paciencia”. Esa es la clave: tenemos que esperar con paciencia. No se supone que nos sentemos a pensar: Jamás cambiará mi situación.
      Oré y creí pero no veo cómo saldré de este embrollo. No. Esperar con paciencia significa esperar con esperanza, siendo positivos. Es levantarse por las mañanas esperando lo bueno.
      Tendremos problemas, pero sabiendo que este podría ser el día en que Dios dé vuelta la situación. El día en que llegará la solución que necesitamos. Esperar no tiene que ser algo pasivo. Debemos esperar atentos. Hablar como si estuviera a punto de suceder. Actuar como si ya fuera a suceder. Preparándonos.
      Si espera a alguien para la cena, no espera a que llame a la puerta para preparar la comida. Lo más probable es que empiece desde temprano. Se asegura que la casa esté limpia. Va a hacer las compras el día anterior y hasta quizás compre flores para la mesa y pase por la panadería a comprar su postre favorito (bajo en calorías, por supuesto). Se prepara de antemano. ¿Por qué? Porque espera a alguien. Tenemos que actuar de manera similar, con la misma actitud, cuando esperamos que se cumplan las promesas de Dios en nuestras vidas. No basta con orar nada más.Tenemos que actuar junto con la oración. La Biblia dice: “La fe, si no tiene obras, es muerta en sí misma”. Es decir que podemos creer en algo, decirlo, pero si no actuamos según nuestra fe, de nada servirá.
     Muchas veces creemos en algo, pero con nuestras acciones demostramos lo contrario: nos preparamos para la derrota. Quizás venga de una larga línea de divorcios en su familia. En lugar de tener miedo al matrimonio o de temer al divorcio, tiene que planificar qué hará en su primer aniversario de bodas, en el quinto, y en el aniversario de las bodas de plata. Hable palabras de vitalidad y de vida sobre su matrimonio. No diga: “No sé si este matrimonio sobrevivirá a las tensiones”. Ni diga: “Si lo logramos, iremos de vacaciones el año que viene”. Líbrese de los “si”, y empiece a decir: “Cuando sea nuestro aniversario”. Tiene que ser positivo, lleno de esperanza, preparándose para el éxito.

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